martes, 11 de marzo de 2014

Fallecimiento de los Tripulantes.

Durante la desintegración la cabina experimentó una desaceleración muy elevada, de alrededor de 20 Gs. Esta aceleración, aunque suficiente como para romper la cabina o provocar daños en un cuerpo humano, se mantuvo sólo por breve tiempo. Así, al cabo de 2 segundos la aceleración era de sólo 4 Gs y al cabo de 4 s era prácticamente nula. De esto se deduce que ni la cabina ni los tripulantes debieron sufrir daños de importancia debido a la "explosión".

La tripulación no tuvo oportunidad de escapar de la lanzadera. Aunque la NASA consideró durante el diseño de los transbordadores la inclusión de sistemas de escape, esto finalmente no se llevó a cabo por dos motivos:
  1. Se consideraba que el transbordador iba a ser una nave muy segura y, por lo tanto, era innecesario incluir un sistema de escape (efecto Titanic).
  2. La inclusión de dicho sistema hubiera supuesto una merma considerable de las capacidades del transbordador, bien aumentando su peso o bien disminuyendo el número de tripulantes.

Algunos de los astronautas parecen haber estado conscientes inmediatamente después de la desintegración, ya que se activaron tres de las cuatro máscaras de aire. Sin embargo, aunque parece que las tres máscaras se mantuvieron activas hasta el impacto contra el océano, se desconoce cuánto tiempo permanecieron conscientes. Esto es debido a que las máscaras suministraban oxígeno, pero a presión ambiental, por lo que no podían paliar una pérdida de presión en la cabina. Se cree que la cabina perdió su hermeticidad, se habría reducido la presión y, en apenas unos segundos, los astronautas habrían perdido la consciencia. Sin embargo, eso no es comprobable ya que el violento impacto contra el mar destrozó completamente la cabina y los cuerpos, imposibilitando la reconstrucción de los hechos.


2 minutos y 45 segundos después de la desintegración, la cabina impactó contra el mar a unos 333 km/h. La violenta colisión dejó a los astronautas sin posibilidad alguna de sobrevivir.

Preparación del vuelo del Challenger.

-Siete retrasos: El despegue se planificó para el 22 de enero. Sin embargo, los retrasos con la anterior misión del Columbia (STS 61-C) obligaron a posponerlo al día 23 y, después, al 24. Debido al mal tiempo en el lugar transoceánico de aterrizaje (de emergencia) o TAL de Dakar se retrasó otra vez al día 25. Se decidió sustituir a Dakar por Casablanca como TAL pero, debido a que Casablanca no estaba equipada para un aterrizaje nocturno, hubo que cambiar la hora de despegue del Challenger, que quedó fijada en la mañana del 26. No hubo tiempo de planificar la misión, que se retrasó de nuevo al 27. El lanzamiento se retrasó de nuevo otras 24 horas cuando se encontraron problemas al separar la esclusa del orbitador con los equipos de tierra. Para cuando se eliminaron las piezas que daban problemas, los vientos racheados excedían los límites de seguridad exigibles en caso de que el transbordador tuviera que hacer un regreso de emergencia. El lanzamiento, que se produjo el día 28 de enero, sufrió aún un nuevo retraso cuando un sistema de detección de incendios falló durante el proceso de carga de hidrógeno.




-Preocupación por las juntas tóricas: El día previo al lanzamiento del Challenger un equipo de ingenieros de una Junta revisora de Morton Thiokol mantuvo una teleconferencia con gerentes de la NASA del Kennedy Space Center y el Marshall Flight Space Center para evaluar el lanzamiento. A algunos ingenieros de Morton Thiokol -en especial a Roger Boisjoly- les preocupaba que las bajas temperaturas incrementaran la rigidez de las juntas tóricas.





En otros vuelos y en especial uno del Discovery se habían observado problemas graves con el sellado de las juntas tóricas (hay que recordar que éstas se reutilizan, por lo que son examinadas después de cada vuelo). En particular, en la misión STS-51-C (Discovery) del 24 de enero de 1985 hubo problemas graves en dos juntas. En ambas la primera junta no selló bien y gases calientes procedentes de la combustión erosionaron la primera junta y alcanzaron la junta secundaria dejándolo a 1 mm de grosor, la tragedia en ciernes estuvo a 1 mm de ocurrir.

La temperatura de las juntas en el momento del despegue era de 12 °C, la más baja hasta el accidente del Challenger. Pero la peor erosión de dichas juntas se produjo en el vuelo STS-51-B (Challenger), donde la izquierda primario experimentó una erosión de 4 cm de ancho por 4 mm de profundidad y la izquierda secundaria perdió una porción de 8 cm de ancho por 8 mm de profundidad. Las juntas tóricas derechas también resultaron erosionadas, pero en menor cuantía.

Con los conocimientos de los que disponían, los ingenieros de Morton Thiokol en la junta revisora discutieron acaloradamente y argumentaron que por debajo de 11,7 °C no existía garantía de que las juntas actuasen correctamente y aquella noche se preveían temperaturas inusualmente frías (la mínima registrada fue de -2 °C). Sin embargo, la gerencia de la empresa de Morton Thiokol hizo caso omiso a sus advertencias, en especial de los de Roger Boisjoly y recomendó proceder al lanzamiento bajo presión de la NASA.



-Frío en el lugar del lanzamiento: Por motivos de seguridad el transbordador no podía ser lanzado a temperaturas inferiores a 0 °C. Además, se habían formado carámbanos de hielo en la torre de lanzamiento. Aunque los operarios del Kennedy Space Center habían trabajado toda la noche para eliminar este hielo, los ingenieros de Rockwell International (contratista principal de los transbordadores) tenían dudas sobre el lanzamiento. Temían que ese hielo pudiera caer sobre el transbordador (hay que recordar que un problema similar, caída de espuma, fue la causa del accidente del Columbia años después). Los gerentes de Rockwell dijeron al responsable de los transbordadores de la NASA Arnold Aldrich que no podían asegurar que fuera seguro lanzar en aquellas condiciones. Sin embargo, tras el accidente Aldrich afirmó que no había entendido que el consejo era "no proceder". En todo caso sí estuvo de acuerdo en postponer el lanzamiento una hora para dar más tiempo al equipo de inspección. Tras esta última inspección, en la que se comprobó que el hielo se estaba fundiendo, se fijó la hora de lanzamiento a las 11:38 EST.

Objetivos de la misión del Challenger.

La misión, cuya numeración era STS-51-L, tenía como principal objetivo la puesta en órbita de los satélites TDRS-B y SPARTAN-Halley.

Los TDRS (Tracking and Data Relay Satellite) son satélites de comunicaciones estadounidenses que tienen como misión establecer comunicación entre los controladores de tierra y otros satélites en órbita. Se diseñaron especialmente para el programa espacial tripulado y los satélites militares. El Challenger debía haber llevado el segundo TDRS a órbita.


Por su parte, el SPARTAN (Shuttle Point Autonomous Research Tool for Astronomy) era una plataforma astronómica que liberaba en órbita los transbordadores y que efectuaba observaciones astronómicas durante algunos días. Posteriormente, el transbordador recuperaba la plataforma y regresaba a la Tierra. En esta misión, la SPARTAN tenía como uno de sus objetivos el estudio del cometa 1P/Halley, que en aquel entonces se encontraba cerca del perihelio.

Además de estas dos, el Challenger llevaba como cargas secundarias:
  • Fluid Dynamics Experiment (FDE).
  • Comet Halley Active Monitoring Program (CHAMP).
  • Phase Partitioning Experiment (PPE).
  • Tres experimentos del Shuttle Student Involvement Program (SSIP) experiments.

El Challenger tenía previsto aterrizar el 3 de febrero de 1986.

A 28 años de la tragedia del Challenger.


El accidente del transbordador espacial Challenger se produjo el martes 28 de enero de 1986, cuando el transbordador espacial Challenger explotó 73 segundos después del lanzamiento, provocando la muerte de los siete miembros de la tripulación —Francis “Dick” Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe.

La nave se desintegró sobre el océano Atlántico, frente a la costa del centro de Florida a las 11:38 EST (16:38 UTC). Este ha sido calificado como el accidente más grave en la historia de la aeronáutica.

El accidente se produjo por un mal funcionamiento de las juntas tóricas, unas juntas que deben asegurar la perfecta estanqueidad de los cohetes aceleradores. 


La noche anterior al accidente fue especialmente fría, lo que hizo que las juntas no cerraran bien y se produjo un escape de gas. La fuga de gas perforó el depósito principal de combustible, que terminó envuelto en llamas. El Challenger quedó expuesto a un vuelo supersónico incontrolado, lo que conllevó su desintegración.

Astronautas vivos después de la Tragedia de Challenger.

En la Tragedia del Transbordador espacial Challenger, no todos los astronautas murieron. He aquí un video donde se pueden observar a los astronautas sobrevivientes: